1.
El terapeuta debe desarrollar una relación interna y amigable con el niño,
mediante la cual se establezca armonía lo antes posible.
2.
El terapeuta acepta al niño tal como es.
3. El terapeuta crea un sentimiento de
actitud permisiva en la relación para que el niño se sienta libre de expresar
sus sentimientos por completo.
4.
El terapeuta está alerta a reconocer los sentimientos que el niño expresa y los
refleja de nuevo hacia él, para lograr profundizar en su comportamiento.
5. El terapeuta observa con gran respeto la
habilidad del niño para solucionar sus problemas, si a este se le ha brindado
la oportunidad para hacerlo. Es
responsabilidad niño decidir y realizar cambios.
6. El terapeuta no intenta dirigir las acciones o
conversación del niño en forma alguna. El niño guía el cambio, y el terapeuta
lo sigue.
7.
El terapeuta no pretende apresurar el curso de la terapia. El proceso es
gradual, y como tal reconocido por el terapeuta.
8. El terapeuta establece sólo aquellas
limitaciones necesarias para conservar la terapia en la realidad y hacerle
patente al niño su responsabilidad en la relación.
Extraídos del libro: Terapia de Juego de Virginia M. Axline
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